25 julio 2006

Retoña, oña, oña, oña...

Este último tiempo me he puesto a pensar en mi niñez. En realidad me he dedicado a pensar en todo, solo salgo a comprar el pan –hoy fui mas alla pq salí a buscar trabajo- no he visto a mi amiga hace semanas y menos carretear en algún antro. He escrito y leído muy poco, cosas que por lo general hago mucho cuando me encierro, he pensado mas en escribir, que escrito para pensar.
He pensado mucho en mi época de retoña, repasado año tras año una y otra ves con tal minuciosidad que pude identificar, con mediana sorpresa en realidad, algunas actitudes que aun se manifiestan en mí, como por ejemplo: Hablar sola. Me recordé haciendo sesión terapéutica con los gatos, jugando o bailando con ellos, obligándolos a besarse o bañarse en una posa de agua. Haciendo fiestas con mis peluches a falta de felinos dentro de la casa. Recorriendo el patio, que era algo asi como una quinta de media hectárea con senderillos de parras, árboles de todo tipo incluyendo una higuera, un níspero y un pino gigantes –o así los veía yo- gallineros abandonados, un galpón y un cultivo de abejas. Entonces caminando en esa jungla conversaba con el aire, le proponía juegos o inventaba historias, como q el personaje a mi lado era una amiga que tenia dramas en el colegio y yo la aconsejaba.
Hoy tengo mi gata y converso con ella. En la micro, en el metro o en la calle me he/han sorprendido conversando a viva voz con absolutamente nadie, incluso una ves le hice un hoyuo a un tipo y su mirada de sorpresa me sacó de la fantasía.
Por eso, para dejar de hablar sola, decidí escribir lo q pensaba, así no me volvería tan loca, no se a que edad fue exactamente, creo q a los 12, mas adelante lo descubriré.